El cerebro infantil está en constante evolución, formando nuevas conexiones que serán la base de sus futuras habilidades. A medida que los niños crecen, es esencial garantizar que desarrollen adecuadamente funciones ejecutivas como la atención, la memoria y la planificación. La Terapia Neurocognitiva surge como un método especializado para estimular y fortalecer estas capacidades, favoreciendo un mejor desempeño en la vida académica y personal.
¿Qué es la Terapia Neurocognitiva?
Es un enfoque terapéutico que se centra en mejorar las habilidades cognitivas superiores (funciones ejecutivas). A través de ejercicios específicos, juegos y dinámicas basadas en la neurociencia, los niños pueden potenciar:
Atención sostenida: Mantener el enfoque en una tarea determinada sin distraerse fácilmente.
Memoria de trabajo: Recordar y manipular información a corto plazo, como al hacer cálculos mentales.
Flexibilidad cognitiva: Cambiar de estrategia o de perspectiva ante un problema, evitando el pensamiento rígido.
Planificación y organización: Estructurar actividades diarias y académicas de manera ordenada.

¿Por qué es esencial en la infancia?
Optimiza el rendimiento escolar: Al mejorar la capacidad de concentración y la gestión del tiempo, los niños pueden seguir mejor las clases y cumplir con los deberes.
Favorece la independencia: Con buena planificación y resolución de problemas, el niño desarrolla autonomía para enfrentar desafíos cotidianos.
Impulsa la autoestima: Cuando un niño se siente capaz de aprender y adaptarse, su autoconfianza aumenta, influyendo positivamente en su bienestar emocional.
Proceso de la Terapia Neurocognitiva
Evaluación neuropsicológica: El terapeuta aplica pruebas para medir la atención, la memoria y la capacidad de organización del niño, identificando fortalezas y áreas de mejora.
Diseño de un programa personalizado: Incluye ejercicios de atención selectiva (buscar diferencias en láminas), juegos de razonamiento (rompecabezas, laberintos), retos de planificación (organizar fichas según ciertas reglas) y dinámicas que exigen flexibilidad mental.
Entrenamiento constante: Se pauta una frecuencia de sesiones (generalmente 1-2 veces por semana) en las que se incrementa progresivamente la dificultad de los retos.
Refuerzo en casa: Los padres reciben orientaciones y materiales sencillos (aplicaciones móviles, juegos de mesa) para practicar entre sesiones.
Monitoreo y retroalimentación: Se realiza una evaluación periódica para medir el avance y, si es necesario, ajustar las actividades.
Ejemplo de mejora
Un niño con dificultades para finalizar tareas de la escuela a tiempo puede ver cómo, tras varias semanas de ejercicios de planificación, organiza su material, prioriza lo urgente y reduce distracciones, logrando así cumplir con sus labores escolares de forma más eficiente y menos estresante.
Conclusión
La Terapia Neurocognitiva es una inversión en el futuro del niño. Al entrenar su mente desde temprana edad, tendrá más herramientas para enfrentar retos académicos y personales. Asimismo, cada logro cognitivo refuerza la confianza en sus propias capacidades, creando una espiral positiva de aprendizaje y desarrollo integral.
Fuentes recomendadas:
National Institutes of Health (NIH), Neurociencia y Cognición: www.nih.gov
PubMed (Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.): búsquedas sobre “Pediatric Neurocognitive Therapy” en pubmed.ncbi.nlm.nih.gov
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