A la hora de educar a los niños, cada vez se habla más de la educación emocional. Pero, ¿en qué consiste exactamente?
Se trata de un proceso mediante el cual madres, padres y educadores en general, ayudan y enseñan a los niños a conocer y reconocer las emociones básicas en uno mismo y en los demás, así como a autorregularse emocionalmente ante situaciones adversas o conflictivas.
Aquellos que han tenido unos padres y maestros comprometidos en el ámbito emocional muestran mejor resolución de conflictos, son más empáticos, son capaces de aprender de
sus errores, convierten la experiencia en aprendizaje, son más resilientes, se desenvuelven bien socialmente, tienen una mejor capacidad para la toma de decisiones, aceptan que las emociones desagradables (tristeza, miedo, rabia, etc.) son parte del ciclo vital y, en último
lugar, pero no por ello menos importante, son niños más felices y adaptados a su realidad.
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