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Señales Tempranas de Autismo: Cómo Reconocerlas y Dónde Buscar Diagnóstico

Cada niño crece a su propio ritmo y presenta un desarrollo único en su forma de interactuar con el mundo. Sin embargo, en algunas ocasiones, los padres pueden notar conductas y patrones atípicos que se salen de lo habitual y podrían apuntar a un trastorno del espectro autista (TEA). Reconocer temprano estas señales marca una diferencia crucial, ya que la intervención oportuna y el acceso a un diagnóstico adecuado facilitan estrategias de apoyo y promueven un mejor pronóstico a largo plazo. A continuación, se detallan las señales tempranas más comunes, así como las vías para buscar ayuda y orientación.


1. ¿Por Qué es Importante la Detección Precoz?


1.1. Intervención Temprana

Cuando se identifican tempranamente comportamientos característicos del autismo, se pueden iniciar terapias y apoyos específicos en edades más tempranas. Esto favorece la adquisición de habilidades sociales, comunicativas y cognitivas durante una etapa de gran plasticidad cerebral en el niño.


1.2. Orientación para la Familia

Un diagnóstico oportuno proporciona claridad a los padres, aliviando incertidumbres y permitiendo la planificación de recursos y estrategias. Además, contar con un diagnóstico brinda acceso a redes de apoyo y servicios especializados, lo que a su vez reduce el estrés familiar.


2. Señales Tempranas en las Primeras Etapas del Desarrollo

Aunque cada niño con autismo presenta rasgos particulares, existen algunas conductas habituales que pueden convertirse en "banderas rojas". Detectarlas no equivale a un diagnóstico definitivo, pero sí alerta sobre la necesidad de consultar con un especialista.


2.1. Comunicación y Lenguaje

  • Retraso o Ausencia de Balbuceo o Palabras: No responder al nombre, demorar en decir las primeras palabras o mostrarse poco interesado en la interacción verbal puede ser indicio de dificultades.

  • Falta de Señalamiento: Normalmente, entre los 12 y 18 meses los bebés señalan objetos para compartir interés. Si tu hijo no lo hace, puede requerir seguimiento.

  • Escasa Imitación: Los niños suelen reproducir gestos o palabras de adultos, algo que fomenta el aprendizaje. Una imitación mínima puede denotar una señal de alerta.


2.2. Interacción Social

  • Menor Contacto Visual: Si evita mirar a los ojos repetidamente, se aleja de la comunicación ocular o no busca la atención de los demás, observa si hay patrones reiterados.

  • Poca Respuesta Emocional: No mostrar sonrisas sociales, no reaccionar a juegos interactivos (como el “cucú-tras”) o no compartir logros con la mirada y gestos.

  • Falta de Interés en otros Niños: El escaso deseo de unirse a juegos grupales o de interactuar con amigos puede manifestarse desde la etapa de guardería.


2.3. Conductas Repetitivas y Preferencias Sensoriales

  • Movimientos Estereotipados: Agitar las manos, balancearse, girar sobre sí mismo con frecuencia.

  • Rutinas Rígidas: Enojo extremo o angustia ante cambios en el orden de los objetos, la disposición de la casa o alteraciones en horarios.

  • Intereses Fijados: Obsesionarse con un objeto específico (ruedas, tapones, puertas) o tema durante largos periodos.

  • Reacciones Sensoriales Inusuales: Rechazar cierto tipo de texturas, olores o ruidos, o por el contrario, buscar estímulos intensos.


3. Dónde Buscar Diagnóstico y Apoyo


3.1. Acudir al Pediatra

El primer paso para muchas familias es consultar con el pediatra de cabecera, quien conoce el historial médico del niño. Si el pediatra detecta indicadores de TEA, puede referirlo a profesionales especializados, como neurólogos o psicólogos infantiles.


3.2. Centros Especializados

Existen gabinetes de atención psicopedagógica, asociaciones de autismo y centros médicos especializados en neurodesarrollo. Allí se realizan valoraciones multidisciplinares, combinando la observación de psicólogos, terapeutas ocupacionales, logopedas y otras áreas.


3.3. Valoración Neuropsicológica

Pruebas estandarizadas y entrevistas estructuradas (como el ADOS o el ADI-R) son herramientas habituales para un diagnóstico clínico del TEA. El profesional utiliza estos instrumentos de evaluación junto al historial del niño y las observaciones de los padres.


4. ¿Cómo Prepararse Antes de la Evaluación?


4.1. Observaciones en Casa

Anota situaciones, conductas o reacciones que te llamen la atención. Registrar la frecuencia, los desencadenantes y la duración de estos eventos facilitará el diálogo con el especialista.


4.2. Reunir Información

Pide a maestros o cuidadores que describan conductas relevantes. A veces, el niño se muestra distinto en el entorno escolar y en el hogar. Contrastando ambas perspectivas, el diagnóstico se fundamenta en una visión más global.


4.3. Mantener una Actitud de Apertura

Evita temerle al diagnóstico. Un resultado positivo no es una sentencia negativa, sino el comienzo de un apoyo más dirigido y efectivo. Acudir con tranquilidad a las citas médicas favorecerá que tu hijo perciba un ambiente seguro.


5. Próximos Pasos tras el Diagnóstico


5.1. Intervención Temprana

Si el diagnóstico se confirma, involucrarse en terapias adecuadas (logopedia, terapia ocupacional, psicología, apoyo pedagógico) a una edad temprana potencia los resultados. Los especialistas orientarán un plan integral adaptado a las necesidades del niño.


5.2. Búsqueda de Recursos y Redes de Apoyo

Contacta asociaciones de familias de niños con autismo. Encontrarás orientación legal, educativa e incluso apoyo emocional. Compartir experiencias con otros padres te permitirá aprender estrategias efectivas de convivencia y de estimulación.


5.3. Acompañamiento Escolar

Informa y coordina con educadores para incorporar adaptaciones curriculares y formas de comunicación que favorezcan el desempeño académico y social de tu hijo.



Detectar precozmente los signos de autismo en un niño es un paso decisivo que abre la puerta a terapias efectivas y a un acompañamiento integral que, sin duda, mejorará su calidad de vida. Reconocer estas señales no implica establecer un diagnóstico por cuenta propia, sino más bien buscar la ayuda de profesionales capaces de evaluar y guiar a la familia.


La observación atenta, la consulta al pediatra y, de ser necesario, la visita a centros especializados son los peldaños para confirmarlo y para iniciar intervenciones dirigidas. Cuanto antes se realice el proceso, mejor se podrán aprovechar los periodos de desarrollo más receptivos del niño. Recuerda, un diagnóstico de autismo es el comienzo de un camino de aprendizaje y ajustes, en el que la familia, los terapeutas y las instituciones trabajarán juntos para que el niño alcance su máximo potencial.

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